domingo, 31 de agosto de 2014

Desde una perspectiva teórica que avanza sobre esa pasión

radar
DOMINGO, 31 DE AGOSTO DE 2014

MI HIJO EL FREAK

EVENTOS Cultura freak, nerd o geek. Comic, juegos de roles, videogames. Harry Potter o hobbits tomados como objeto de análisis a la manera en que la revista Tel Quel se enamoraba en los años sesenta de las novelas de Robbe-Grillet o Michel Butor. Un aire de exploración está atravesando ciertos ámbitos académicos –sobre todo ligados a las humanidades y la teoría literaria–. Sin ir más alejos, acaban de concluir El Frikiloquio, Primer Congreso de Humanidades y Ciencias Sociales sobre Culturas y Consumos Freaks, y las jornadas “Mundos ficcionales y teorías de la ficción” organizadas por el Grupo Luthor. Un cruce estimulante entre lo serio, lo divertido, lo popular y lo extraño.
 Por Fernando Bogado
Cualquiera que haya pasado el sábado 23 de agosto por la sede de la Facultad de Filosofía y Letras ubicada en 25 de Mayo 211 habrá pensado que ahora uno de los espacios más viejos de la academia nacional estaba siendo utilizado como sede de una convención de historietas y fanáticos de la denominada cultura freak, o nerd, o geek. Las pruebas eran claras: hombres de un lado a otro descalzos, enfundados en el outfit semiveraniego de un hobbit, una nena pelirroja de trenzas y vestido renacentista paseando por las mesas, casi de la misma altura que el pequeño Darth Vader que había desfilado su lado oscuro días atrás por los pasillos del Centro Cultural Paco Urondo (ubicado en la planta baja de la renovada sede de Filo), etc. Pero claro, faltaba un detalle para entender lo que pasaba: los curiosos que entraron pensando que tendrían que recorrer una vez más atiborrados pasillos en busca de la historieta que les faltaba descubrieron que lo que había en realidad eran charlas, mesas de debate y presentaciones que tenían que ver mucho más con el clásico aparato de un congreso académico que con la lógica de una convención. Con un poco de ambos mundos, el Paco Urondo se convirtió en el espacio físico donde tendría lugar el Frikiloquio, primer coloquio de humanidades y ciencias sociales sobre culturas y consumos freaks, un espacio en donde los fanáticos y usuarios de comics, cine, juegos de rol, videojuegos, series de animación, cosplay, literatura fantástica y de ciencia ficción y tantas, tantas cosas más podían reunirse para debatir en términos teóricos sobre una desmedida pasión. Y lo interesante era el sutil cambio de perspectiva: ya no había que hablar de esos objetos desde una clave que reúna datos relacionados con el fin último de su más “nerdo” amor, sino que podían hacerlo desde una perspectiva teórica que avanza sobre esa pasión, juntando dos amores en uno: el que se tiene por el discurso académico y el ficcional.

POCO SERIO

“En estos últimos días nos encontrábamos siempre con la misma pregunta”, recuerda Sebastián Goyburu, estudiante de filosofía en la UBA y miembro del comité organizador, unos días antes que el Frikiloquio tenga lugar. “La pregunta era: ‘¿Cómo manejan la distancia de vida que debe tener el académico con respecto a su objeto de estudio?’, y lo que planteamos es que no necesariamente es productiva esa separación. Nuestra manera extraña de comportarnos tiene que ver con el entusiasmo y el exceso de significado que le ponemos a aquello que nos gusta. Lo que trabajamos, en definitiva, son objetos de consumo masivo, no son particularmente extraños. Lo que nos diferencia es el entusiasmo que le ponemos a ello. Ese entusiasmo ayuda a una profundización y crea un exceso de sentido: cuando uno se entusiasma y deja que ese entusiasmo le invada su práctica académica, le hace ver cosas que no necesariamente estaban a primera vista en ese objeto de consumo cultural.”
Novedad, entusiasmo, academia: las tres líneas se cruzan en una propuesta que hasta los mismos organizadores saben que es inaudita. Pamela Gionco, egresada de la carrera de Artes Combinadas de la UBA, también parte de la comisión organizadora del encuentro, agrega con respecto a la variedad de objetos culturales que se pueden encontrar mencionados en el programa del coloquio: “Estos son los consumos que tenemos nosotros. Eso de que somos recientes graduados, bueno, mucha de la gente que está presentando material para este coloquio lo está presentando por primera vez. La otra cara de la moneda es que muchas de las firmas de académicos que avalan el encuentro nos decían que si ellos presentaban un trabajo como los del Frikiloquio en sus primeros años como profesionales, ya no podían trabajar más para la academia. Perdían seriedad. Vamos a tener una conferencia de Fabiola Ferro sobre cultura popular, pero cuyo objeto es Sailor Moon, o vamos a tener un workshop del profesor Armando Capalbo que trabaja sobre teorías conspirativas, algo que es mirado con cierto desprecio por la academia, y los dos son notables profesionales en sus respectivos campos de estudio”.

LA VENGANZA DE LOS NERDS

¿Qué pasa, entonces, para que este tipo de encuentros tenga lugar, para que estos objetos se corran de la usual perspectiva que muestra una distancia entre beligerante y descalificadora con respecto a los productos de la llamada “industria cultural”? En principio, el primer comentario que se puede hacer al respecto es señalar la distancia generacional: muchos de los profesionales que están empezando a realizar sus primeros pasos académicos sin necesidad de esperar una calificación que les vaya “señalando” el camino, que los vaya “corrigiendo”, parten desde un punto de vista que no conserva esos mismos prejuicios y que, al mismo tiempo, les permite ofrecer una postura crítica. “Venimos de una línea muy frankfurtiana, que considera que todo producto de la industria cultural es el diablo”, agrega Goyburu, “que está mal, y que la producción del objeto condiciona completamente su lectura, postulando que la única condición para estos objetos es la relacionada con la construcción industrial sin haber ningún tipo de mediación por parte del espectador. Es un dato esto de la industria cultural, pero no necesariamente es un problema. Los trabajos que se presentan en el Frikiloquio muestran que también las lecturas de estos productos culturales abren un espacio de resistencia, lecturas de resistencia.”
Al mismo tiempo, las perspectivas del mundo más allá de la academia con respecto a la denominada “cultura freak” ha cambiado notablemente en los últimos veinte años. Lo que antes se podía considerar un bien que tenía como espectadores a un grupo particular de consumidores –lectores, usuarios, etc.–, pasó de tener una circulación alternativa a convertirse en el mainstream, copando lugares impensados como la televisión (en donde el nerd deja de ser el personaje simpático que cierra con un remate para devenir en protagonista: vean si no, The Big Bang Theory), los dramas que escenifican complejos temas políticos (Games of Thrones puede ser entendido como el sucio juego de la política con dragones de por medio) y hasta las más variadas modas o tendencias (desde el look hipster que ha hecho que todo el mundo compre lentes de marco grueso hasta la gente de la farándula usando una caterva de términos tecnológicos para empatizar con el espectador). “Hay varios factores que hacen a esta entrada de lo freak en la cultura popular –cierra Pamela Gionco–. Es The Big Bang Theory, pero también había sido La venganza de los nerds, película que mirábamos de chicos, o la figura de Bill Gates o Steve Jobs. Es también el mundo de la tecnología en el que vivimos ahora. Mucho tiene que ver con la incorporación de la tecnología a la vida diaria. Eso que antes nos hacía distintos, que sabíamos manejar una computadora, ahora todo el mundo lo tiene que dominar, por lo menos, para manejar esa computadorita chiquitita que tienen en la mano: el celular.”
El cruce entre saber facultativo y cultura freak también termina aportando un cambio dentro de lo que se imparte en las instituciones académicas. Goyburu y Gionco insisten con esto de que cualquiera que se metiera a analizar una historieta o un juego de rol tenía que, prácticamente, partir de cero, porque no había una comunidad científica atrás que los respaldara con un corpus teórico organizado en donde buscar bibliografía. La presencia de textos dedicados a trabajar estos productos culturales por fuera del prejuicio que denuncian sólo respondía a los encuentros casuales que cualquiera de ellos podía realizar casi con el tono de un coleccionista. Una de las propuestas más interesantes del Frikiloquio fue, precisamente, la instalación de los llamados “Mitín Point”, en donde diversos estudiantes y egresados especializados en tal o cual tema se juntaban con los asistentes a las charlas para compartir bibliografía y hacer recomendaciones en torno de cómo y desde qué lectura se podía analizar el objeto cultural deseado. Y eso de “compartir” no se limitaba a una mera mención de qué leer, sino que estrictamente los asistentes podían salir del lugar con una inmensa cantidad de pdfes bajados de las notebooks de los organizadores del “mitín” en su pendrive personal si así lo solicitaban. “Con eventos como éstos construimos una comunidad de investigación”, concluye Goyburu.

DERRIDA Y EL HEAVY METAL

Algunos de los invitados a tener su “Mitín Point” en el Frikiloquio fueron los miembros del Grupo Luthor, quienes unas semanas antes, el 9 de agosto, habían de-sarrollado la primera jornada “Mundos ficcionales y teorías de la ficción”, en donde también se buscaba salir del recorte tradicional de los objetos tratados por la teoría y la crítica estética (literaria, bah) para incluir ficciones presentes en los videojuegos, en los juegos de rol, en las historietas o también tratar el problema de la ficción de manera metodológica y epistemológica sin estar atados a los ejemplos al uso. A diferencia de los organizadores del Frikiloquio, que provienen de diferentes carreras relacionadas con las humanidades (Arte, Filosofía, etc.), en el Grupo Luthor se encuentran egresados de la Facultad de Letras de la UBA que partieron desde un grupo de estudios y terminaron armando una publicación digital (www.revistaluthor.com.ar), un seminario de extensión en la propia Facultad y, ahora, estas jornadas que, tal como sucede con el Frikiloquio, visibilizan cambios dentro de la universidad en lo que a estudio de humanidades se refiere.
“El grupo se formó por parte de varias personas que querían investigar cosas que en la facultad no nos parecía que estuviesen del todo desarrolladas, como la narratología”, asegura Mariano Vilar, uno de los miembros de Luthor. “No nos juntaba tanto el interés por algún objeto en particular sino que nos reuníamos más que nada con cierto interés por cuestiones metodológicas. Como todos somos consumidores de objetos freak, o como quieras llamarlos, empezamos a vincular este interés metodológico con estos ejemplos, estos casos concretos. Además, el enfoque narratológico en el que empezamos a trabajar tiene esa ventaja de potencialidad transmedia que puede pasar a otro tipo de relatos que no necesariamente tienen que ver con la literatura. En ámbitos de narratología, la perspectiva de la facultad está un poco estancada. Con la revista, nosotros pensamos en un espacio nuestro para debatir estos temas, en donde se caracterice también lo híbrido, entre revista cultural y revista académica. En el primer número hay un artículo sobre Toy Story, después tenés artículos que hablan de Harry Potter, que vinculan a Derrida con el heavy metal, por ejemplo.”
El interés por expandir el campo de la ficción y tomar estos nuevos objetos culturales también puede pasar por el tamiz de proponer nuevos modos de lectura que se concentran en objetos culturales del presente. “En términos de proyecto, teníamos la idea de debatir con la teoría literaria antes que con la cultura freak –sigue Vilar–. La idea es mover el ejemplo: toda la teoría que leíamos en nuestra formación tenía como ejemplo a las novelas de Robbe-Grillet, y yo no sé quién de todos nosotros leyó a Robbe-Grillet. A veces da la sensación de que la teoría está construida a partir de esta literatura, y eso no está mal, porque la teoría siempre está escrita desde una literatura, pero a nosotros nos interesaba pensar la teoría fuera de ese diálogo exclusivo, de ese canon de los ’60 francés o, en nuestro contexto en particular, cierto canon de la literatura argentina. La teoría literaria es una excusa para hablar de literatura argentina, y nosotros no leemos literatura argentina, estamos más cerca de la cultura freak, o como quieras llamarlo. Pensamos la teoría literaria para salir de eso y que no quede en el mismo ejemplo de siempre.”
Los debates en torno de los objetos de la industria cultural que estos jóvenes investigadores plantean no se limitan solamente a la oposición romántica de “lo viejo y lo nuevo”, ejes que terminan desgastando el potencial crítico de estos intercambios por hacerlo parecer un cliché. Tanto el Frikiloquio como las jornadas Luthor, tanto las nuevas revistas académicas como la actual difusión de bibliografía relacionada con estos problemas vuelve a poner el ojo sobre la relación entre cultura popular y academia: en lugar de presentarlas como dos polos opuestos valorados de diversas formas (o se es un vulgar lector de historietas o se es un viejo y estancado cultor de la literatura francesa), hechos como éstos revelan el constante intercambio que hay entre una esquina y otra, permitiéndonos reflexionar en torno a los hechos u objetos que nos rodean y que parecían sencillamente estar ahí para distraernos del mundo. Lo que pasa es que esos objetos y los saberes que los acompañan también “son” el mundo: ficcionales y, por lo tanto, susceptibles a cualquier tipo de cambio radical.

domingo, 24 de agosto de 2014

The wonderfull world of Westeros

Frikiloqueando

Estuvo buenísimo. Acá alguna fotos y más abajo mi ponencia sobre Martin y la Bodoc: Bran Stark y Piukeman, mis heroínas.

“Devenir halcón/devenir lobo: Sabiduría y curiosidad en los cuerpos animales de Piukemán y Bran Stark”

Paula Irupé Salmoiraghi



“Devenir halcón/devenir lobo: Sabiduría y curiosidad en los cuerpos animales de Piukemán y Bran Stark”



“Mil ojos, cien pieles y una sabiduría profunda como las raíces de los antiguos árboles.”

Danza de Dragones. Canción de hielo y fuego V



Los que nos ocupan hoy son dos personajes masculinos a partir de los cuales me interesa analizar lo que, en trabajos anteriores y a falta de mejor nombre, llamé “el no-camino de la heroína”. Si partimos de la idea de Joseph Campell y Vladimir Propp de que hay, en los relatos tradicionales, una matriz que se repite y según la cual el camino de todo héroe es lineal y de ida y vuelta, creemos que habría otros modos de ser heroico, otros recorridos de la heroicidad que podríamos definir como “femeninos” en tanto y en cuanto las virtudes en las que se sustentan han sido, tradicional y patriarcalmente, asignadas a las mujeres. Si el camino del héroe se basa en la valentía, la fortaleza, el coraje, la destreza en el combate, la astucia, la utilización de armas y elementos mágicos, la derrota de monstruos y enemigos, el no-camino de la heroína se sustentaría en otras virtudes igualmente heroicas, admirables, destacables dentro de una comunidad, como son la curiosidad y la memoria, la palabra y la narración, el deseo de conservar y la solidaridad, el canto y la alegría, el poder de sanar, la paciencia y la ternura.
Por otro lado, el camino del héroe es lineal y, según Campbell en El héroe de las mil caras, se compone de un recorrido cuyos núcleos pueden resumirse en la tríada: Separación - Iniciación – Retorno y de doce estadios que lo llevan desde el mundo ordinario hacia el llamado de la aventura para encontrarse en un mundo desconocido con las pruebas, aliados y enemigos que vencerá para emprender el regreso a casa donde será recompensado con la mano de la dama o la corona del rey o el reconocimiento de su gente. En cambio, lo que yo llamo el “no-camino de la heroína” y puede, igual que el modelo anterior, ser aplicado a personajes de cualquier sexo o género, no es lineal sino que consiste en un tipo de ampliación del espacio vital en círculos concéntricos o en espirales desfasadas pero que nunca implican un abandono del lugar de origen, ni una salida hacia lo desconocido sino un crecimiento en los terrenos abarcados y en los espacios sobre los cuales los poderes femeninos antes mencionados son heroicamente utilizados. La heroína es siempre fiel a lo que ha elegido como su lugar: no deja la casa, la familia, los amigos, la rejilla ni el plumero, no deja la poesía ni lo íntimo, ni la aventura ni el mundo: los integra, los "desparrama" unos en los otros, los reconcilia, los entrelaza, los entreteje, festeja la festiva unión de todo lo que le es posible abarcar. La heroína gira en un mundo propio alrededor del cual la sabiduría, la paciencia, la ternura, el pequeño gesto, la hacen conquistar lugares centrados en el núcleo vital. La heroína no deja de ser algo para pasar a un nivel superior, suma algo más a lo que ya es, pero eso que era inicialmente sigue estando allí, sigue siendo niña la mujer, y confusa y desorientada la que ha comprendido y se ha orientado, indecisa la que ya ha elegido, y deseosa de más la que ya ha encontrado.
En el caso de Bran Stark de la saga de George Martin, Canción de Hielo y Fuego, y de Piukemán, personaje de Liliana Bodoc en La saga de los confines, lo que los hace diferentes del resto, lo que marca su inicio en la apertura al no-camino heroico, es una virtud que siempre, desde Barbazul a esta parte, ha sido tenida como defecto en las mujeres. Me refiero a la curiosidad. Por curiosidad, Bran mira por la ventana de esa torre a la que suele treparse y ve lo que no debía ver y es empujado en una caída que lo deja paralítico. Por curiosidad, Piukeman, de quien se dice que es el más parecido a su madre y de ella heredó esta característica, se acerca a la puerta de la lechuza y es testigo de la ceremonia del Halcón Ahijador, ave sagrada de Los Confines que lo castiga con su maldición. En ambos personajes, las consecuencias de sus actos de curiosidad son castigos-premios que, disminuyendo o inutilizando su fortaleza corporal humana y masculina (ninguno de los dos podrá, como sus hermanos, ser guerrero, montar ni manejar armas), los proveen de otras zonas corporales a partir de las cuales ambos jóvenes se desarrollan en las formas circulares del heroísmo femenino.
Los cuerpos de Bran y Piukemán comienzan a vivir en zonas de simbiosis con formas animales, el lobo y el halcón respectivamente; pero este tipo de solidaridad que amplía las capacidades de los cuerpos humanos mutilados hace visible algo más que la simple “transformación” de humano en animal. Ambos pueden leerse habitando lo que Gabriel Giorgi, en su Formas comunes: Animalidad, cultura, biopolítica, analiza, siguiendo a Deleuze, como “un umbral de indistinción, un cuerpo de contornos difusos y que conjuga líneas de intensidad, de afecto, de deseo que no se reducen a una `forma-cuerpo`.” . No se trata simplemente de un elemento mágico o un ayudante que los héroes lineales encuentran en su recorrido sino que Bran y Piukemán amplían su corporeidad en círculos centrados en su lugar de pertenencia pero que modifican sus modos de acción, conocimiento y percepción. Giorgi, en el trabajo antes citado, afirma que somos testigos, en las manifestaciones artísticas latinoamericanas, a partir de los años 60, de una de las transformaciones más interesantes y capaces de modificar la noción misma de “cultura”. Se refiere a la aparición de una animalidad no polarizada como antítesis de la vida humana. Creo que, para sostener las formas de animalidad de sus personajes, tanto Bodoc como Martin, retoman tradiciones mucho más antiguas, tan presentes como olvidadas, que pretendo reinsertar mediante la matriz de la heroína y su no-camino. Afirma Giorgi:
… la distinción entre humano y animal, que durante mucho tiempo había funcionado como un mecanismo ordenador de cuerpos y de sentidos, se tornará cada vez más precaria, menos sostenible en sus formas y sus sentidos, y dejará lugar a una vida animal sin forma precisa, contagiosa, que no se deja someter a las prescripciones de la metáfora y, en general, del lenguaje figurativo, sino que empieza a funcionar en un continuum orgánico, afectivo, material y político con lo humano.
El animal, entonces, cambia de lugar en la cultura y al hacerlo moviliza ordenamientos de cuerpos, territorios, sentidos y gramáticas de lo visible que se jugaban alrededor de la oposición entre animal/ humano… (Giorgi, 2014, 12)

Sabemos, además, que el cuerpo femenino, ancestralmente, ha sido relacionado con lo natural, con la tierra y lo animal mucho más frecuentemente que el masculino al que se valora por su racionalidad mucho más que por su instinto. La heroína en general, como modelo o matriz cultural, y nuestros personajes en particular no se construyen “masculinamente” como vértices de la creación humana ni de la sociedad falocentrada sino que hacen “de debilidad, fortaleza” replicando el mismo movimiento respecto del saber femenino que Josefina Ludmer, en referencia a Sor Juana Inés de la Cruz, analizara en su artículo “Las tretas del débil” . Lo heroico no estaría en el ocupar los lugares de poder sino en el replantear desde dónde su ubica la heroína y cómo su centro “privado” para a integrar esferas mayores. Estaríamos frente al borramiento del yo individualista e indivisible para dar paso a subjetividades comunitarias, a cuerpos que rebrotan, se curan, conocen un más allá de sus límites y se multiplican como recipientes de la vida misma a la que lo femenino siempre fue, despectivamente, asociado.
Según Clarisa Pínkola Estés, psicoanalista estadounidense y continuadora de las tradiciones ancestrales de sus antepasadas cantaoras, este movimiento hacia lo animal y lo salvaje es una deuda de nuestras sociedades para curarnos tanto a nivel social como individual:
Tanto los animales salvajes como la Mujer Salvaje son especies en peligro de extinción.
En el transcurso del tiempo hemos presenciado cómo se ha saqueado, rechazado y reestructurado la naturaleza femenina instintiva. Durante largos períodos, ésta ha sido tan mal administrada como la fauna silvestre y las tierras vírgenes.
Durante miles de años, y basta mirar el pasado para darnos cuenta de ello, se la ha relegado al territorio más yermo de la psique. A lo largo de la historia, las tierras espirituales de la Mujer Salvaje han sido expoliadas o quemadas, sus guaridas se han arrasado y sus ciclos naturales se han visto obligados a adaptarse a unos ritmos artificiales para complacer a los demás.

Se trata del mismo intento por reconciliar conocimiento y subjetividad que realiza Eduardo Viveiros de Campos, antropólogo brasileño contemporáneo, cuando sostiene que el conocimiento occidental consiste en des-subjetivar, volver algo “objeto” para alejarlo del sí mismo y conocerlo, en oposición al modo de conocer de los chamanes indios que no buscan el control de la experiencia sobre el medio sino para quienes “conocer bien alguna cosa es ser capaz de atribuir el máximo de intencionalidad a lo que se está conociendo” y “explicar es profundizar la intencionalidad del que estoy conociendo, es decir, determinar el objeto de conocimiento como un sujeto.” (p. 27) 
En su reseña sobre uno de los textos de Viveiros de Castro, “Una rápida perspectiva sobre La inconstancia del alma salvaje”, Reinaldo Laddaga afirma que: “Hay una constitución constante de mundanidad, subjetividad y colectividad” en la visión del antropólogo brasileño que propone el pensamiento amerindio como cosmovisión basada en una forma completamente distinta de la europea de concebir el universo y los seres que lo habitan. Afirma Viveiros en La mirada del jaguar:
Vivir es pensar: y esto vale para todos los vivientes, sean amebas, árboles, tigres o filósofos. ¿No es justamente eso lo que piensan (y viven) los pueblos con los que vivimos y sobre los cuales pensamos? ¿No es eso, finalmente, lo que afirma el perspectivismo amerindio, a saber, que todo viviente es un pensante? (…) [Contradiciendo doblemente a Descartes] El otro existe, luego piensa. Y si ese que existe es otro, entonces su pensamiento es necesariamente otro que el mío. Quizás hasta tenga que concluir que si pienso entonces también soy otro. Pues sólo el otro piensa, sólo es interesante el pensamiento en cuanto potencia de alteridad. Odio el precepto que enseña que es necesario negar al otro para afirmar el yo, precepto que me parece (con o sin razón) emblemático del Occidente moderno; y amo el pensamiento indígena, el pensamiento de otro que afirma la vida del otro como implicando otro pensamiento … (P. 80-81)

Es, precisamente, el camino del conocimiento y la sabiduría la única opción de Piukemán, cuyos epítetos heroicos matrilineales son: “el desobedecedor, el hijo curioso de Shampalwe”, si no elige el más corto y rápido de la muerte. Kupuka, el Brujo de la Tierra, al verlo “inutilizado para siempre por la maldición del Halcón Ahijador” (P. 196) se da cuenta de que ha desobedecido la prohibición ancestral y ha cruzado la Puerta de la Lechuza para ver los rituales de los halcones. Ha avanzado sobre territorio prohibido y con ello ha perdido los ojos humanos pero consiguió los ojos del ave sabia y sagrada. Kupuka y Vieja Kush, ambos ancianos y ricos en sabidurías humanas, animales y vegetales, están seguros de que, cuando pierda el miedo humano a volar, su reducción humana será una ampliación vital por la cual llegará a convertirse en Brujo Halcón a través del camino “largo y doloroso, pero (que) te situará en el mejor lugar de este mundo”:
El hombre que se aventurara a ver lo prohibido sería condenado en sus ojos. El Halcón Ahijador castigaba al hombre imprudente arrebatándole la vista. No para dejar¬lo en la oscuridad de la ceguera, sino para otorgarle la su¬ya propia. A partir de ese momento, sin importar si tenía los ojos abiertos o cerrados, el hombre veía como el Halcón. Si el Halcón Ahijador devoraba su presa, el hombre veía un revoltijo de sangre. Y aunque apretara los ojos, lo se¬guía viendo. Si el Halcón iba a pelear, el hombre veía los ojos atemorizados o terribles de su adversario. Si el Hal¬cón descansaba en su nido, el hombre miraba cielo y pie¬dra. Si el Halcón volaba, el hombre veía desde arriba el mundo amado. Cuando el hombre conseguía dormir so¬ñaba las visiones del ave. Cuando el ave dormía, el hom¬bre veía sus sueños. (P. 197)

Así, el Brujo Halcón nace de un tabú quebrantado y no como enviado ni prolongación del pueblo que lo reconoce como héroe. Llegará a ser Brujo porque “Los Brujos fueron Brujos porque pudieron entenderse con todo lo creado y puesto sobre la tierra.” (P. 258) Piukemán irá progresivamente asimilando su cuerpo al del Halcón, volando sobre su casa y sus alrededores para traer noticias, construyendo su nido en comunión con el ave que lo maldijo y ahora es su sí mismo en vez de su enemigo. A esta comunidad de dos se sumarán los otros cinco Brujos que habitan Los Confines. Toda la saga es un canto a la eliminación de los pares antitéticos propios del pensamiento eurocéntrico y a los heroísmos no individuales sino grupales y ampliados sobre cuerpos y zonas que lejos están del modelo campdeliano. Incluso cuando se habla de algo tan “masculino” como la guerra se dice de ella que es “un telar”, por el entramado de elementos que se mueven en derredor, y que sus armas contra el Odio Eterno deben “alimentarse con las sustancias del amor.” (P. 256) 
De estos seis brujos de Los Confines se dice que estaban “locos a causa de tanto mezclarse con todo, honrados como el maíz, y listos para defender lo que quedaba bajo el sol”. (P. 210) En su momento bautismal, Piukeman, sufriendo como un recién nacido, escucha las siguientes “palabras salidas del alma” de los otros Brujos:
-¡Hermano que nos traes la bendición del vuelo! Vista desde lo alto, se desarma cualquier encrucijada. (…)
-Viendo desde lo alto, también se pierde la nitidez de los contornos. No te alejes demasiado de la tierra. (…)
-Tú eres dos. Pero en toda criatura es lo mismo. En ti, el hombre y el halcón se pelean y rivalizan. ¡Nunca dejen de hacerlo! Manténgase despiertos. No se confíen del todo uno del otro. Descárnense si fuera necesario, porque ése es el modo de la sabiduría. (P. 211)

Vemos que la naturaleza multiforme no es despreciada ni desvalorizada sino que en ella radica su peculiaridad explícita como epítome de todas las criaturas (no sólo las humanas). Cuando el Brujo y el Halcón se pongan de acuerdo plenamente por primera vez será para defender a una de los suyos que se encuentra rodeada por enemigos cobardes: 
-¿Ves esto, pajarraco? -el sideresio hizo un gesto desafiante—. Ve y cuenta que las mujeres de la Tierras Fértiles se transforman en liebres cuando estamos cerca. La misma cara de miedo. Y el cuerpo que les tirita como a las liebres que atrapamos por el pescuezo.
En esta ocasión no hicieron falta órdenes ni ruegos. El Brujo y el Halcón sintieron la misma furia. Y tomaron idéntica decisión.
Por primera vez el Brujo no preparó su estómago ni apretó los ojos para aguantar lo que se avecinaba. Al revés, quiso ver y sentir el tironeo de la carne despedazada. El Ahijador tensó el cuerpo y voló recto sobre el sideresio que había hablado. El Brujo le sumó la sangre. El resultado de la cruza fue un ave de enormes proporciones y mente clara que se abalanzó para matar. (P. 251)

Una vez salvada por el Brujo Halcón, Nanahuatli dice que “mientras tenga voz hablaré de un pájaro prodigioso. Pájaro de los pájaros, y de todo cielo”, sumando al heroísmo de Piukemán otra de las virtudes que anotábamos más arriba para las heroínas: la voz, el canto, el poder de la narración, ya que el Halcón Ahijador es “el ave que crecía de tamaño cada vez que se contaba su leyenda”. (P. 252) También por proteger a Nanahuatli, amada de su hermano Thungur, el Brujo Halcón volará bajo, elegirá caminos menos peligrosos, abrirá las alas con dulzura maternal y abrazará a la mujer transformándose en su guía y dándole cobijo muy lejos de su hogar. El Brujo Halcón será capaz de realizar tantos “trabajos del amor” como enseñarle a tejer su túnica con juncos y, antes de que despedirse de ella sea su último gesto de hombre, dominar las distancias entre los cuerpos amorosos para llevarle una trenza de ella a su amado Thungur y que éste, guerrero que parece no comprender al principio, aprenda a sentir:

-Eso es, mi antiguo hermano -musitó-. Lo mismo que hacemos el Ahijador y yo, debes hacer tú. No busques con la razón sino con los sentidos. Separados por muchos soles de distancia, Thungür y Nanahuatli escucharon las mismas palabras. Ella estiró las manos para acortar la distancia entre su aroma y su amado. El hombre se juntó a la trenza, y la olfateó con las respiraciones cortas de un animal tras un rastro.
-Así es -dijo el Brujo Halcón-. Así podrás...
El hombre husihuilke se llevó la trenza a la boca y la mordió hasta que la trenza lo llamó por su nombre. (P. 311)

Todo el tiempo la paciencia es virtud heroica, la comprensión de las leyes naturales del amor, la ternura ante la felicidad y la tristeza ajenas, la capacidad de escuchar, de “estar metido entre las almas que oyen”, de presentir la traición fraticida a través de los silencios culposos del que calla para los oídos del guerrero pero es captado por el Brujo Halcón. 
Finalmente, en el mundo creado por Liliana Bodoc, las Virtudes, las que se deben enseñar a todas las criaturas, las que repiten tanto el personaje de Vara como el de Aro, criados más allá de la guerra para cumplir con su tarea redentora, son virtudes “femeninas”: la memoria, la honra de la palabra en el hecho de llevar un nombre, el conocimiento y la poesía: “Único modo de decir la verdad.” (P. 286) 

Veamos qué pasa, por su parte, en Canción de hielo y fuego: Bran Stark, nuestro héroe-heroína, es el primer personaje que tiene capítulo propio luego del prólogo del tomo I de la saga. Tiene 7 años, ha vivido siempre en verano (el verano cuyo final se anuncia ha durado 9 años) y lo primero que se cuenta de él es que va a ver decapitar a un hombre, que ha sido considerado lo suficientemente mayor para acompañar a sus hermanos a presenciar la justicia impuesta por su padre. Tenemos aquí la primera mención a la apertura de los círculos del no-camino de Bran, su posibilidad de ir más allá de su centro que se sumará a su creciente capacidad de trepar a los techos de Invernalia, el castillo donde vive. Otro elemento que amplía los mundos de Bran son los cuentos de la Vieja Tata: la mujer que lo ha criado suele narrarle historias que él recuerda muy bien y que, durante el desarrollo de la saga, se irán conociendo no como cuentos para asustar a los niños solamente sino como indicios de las verdades más antiguas, de la sabiduría de los ancianos que conocen aquello que sucede detrás del Muro y que comenzará a ser incluido en el mundo de Bran, su familia y los demás habitantes de Poniente. Bran, incluso, al describir a su propio padre, remarca “que por las noches se sentaba junto al fuego y hablaba con voz suave de la edad de los héroes y los hijos del bosque”. (P. 21) 
En este primer capítulo, también vemos que Bran es capaz de sumar virtudes heroicas, en vez de priorizar siempre la fortaleza y el coraje: ve a su hermano y a su medio hermano, Robb y Jon, y los suma en sus diferencias, los valora a ambos y, cuando su padre le pregunta qué opina sobre el hombre que acaba de ver decapitar, Bran percibe que “un hombre puede ser valiente cuando tiene miedo”. (P.23). 
Hacia el final de este primer capítulo, se produce el hallazgo de los seis cachorros de lobo huango, animal que representa a la familia Stark, que puede leerse como un símbolo de la construcción de nuestro héroe en manada y no como individuo aislado: cada uno de los seis cachorros será unido a uno de los hermanos y hermanas Stark. Ese vínculo se mantendrá de modera siempre diversas y con sentidos que aún, no concluida la saga, no podemos terminar de abarcar. Los seis lobitos son encontrados junto a su madre muerta, una loba huango gigante que es nombrada como “un monstruo” por uno de los testigos y que, desde su cuerpo muerto sobre la nieve, entrega a sus hijos e hijas para la casa Stark. La loba también ha avanzado más allá de sus límites porque “hace más de doscientos años que no se ve un lobo huango al sur del Muro” (p. 25) y tiene clavado en el cuello un asta de venado (animal representativo de la casa Baratheon con la que los Stark tendrán que “jugar” el juego de tronos durante este tomo y los siguientes). El padre de Bran y los otros hombres del grupo dicen que es extraño cómo la loba pudo vivir hasta parir o que quizás ya estaba muerta cuando nacieron los cachorros. Es, claramente, un momento de integración vida-muerte, un momento en que la multiplicación de vidas en los lobos y en los niños Stark se despliega a partir del cuerpo femenino, de la sangre sobre el hielo y de la corrupción de la muerte que es descripta como plena de vida y monstruosa en sus dimensiones hiperbólicas: 

Había una forma muerta, enorme y oscura, semienterrada en la nieve manchada de sangre. El upido pelaje gris estaba lleno de cristales de hielo, y el hedor de la corrupción lo envolvía como el perfume de una mujer. Bran divisó unos ojos ciegos en los que reptaban los gusanos y una boca grande llena de dientes amarillos. Pero lo que más lo impresionó fue el tamaño que tenía. Era más grande que su poni, el doble que el mayor sabueso de las perreras de su padre. (p. 25)

Al tener que decidir si matar a los cachorros o quedárselos, tanto Bran como su hermano Robb se ofrecen a “amamantarlos” personalmente mediante un trapo embebido en leche, mientras el hermano bastardo, Jon, es quien se excluye de la familia para que cada hermano legítimo tenga su cachorro. Una nueva suma, una nueva ampliación causada por este sacrificio de Jon vendrá a equilibrar la situación: aparece un sexto cachorro, el más débil, un macho que será llamado Fantasma y asignado al bastardo a pesar de no ser un Stark. A la tarea maternal de amamantamiento, por orden del padre, se sumará la de educarlos y comprender que no son mascotas sino lobos huango capaces de arrancarle un brazo a un hombre de una mordida. Bran aceptará, por supuesto, mientras acuna a su cachorro.
En el siguiente capítulo dedicado a Bran, lo vemos haciendo los preparativos para alejarse de su casa, para ir al sur, a la corte con su padre. Pero este viaje no llegará a concretarse porque se produce el episodio que hará de él un héroe que no abandonará su lugar, una heroína, en nuestros términos, cuya curiosidad será el umbral para grandes transformaciones corporales. Bran no logra despedirse de Invernalia, recorre las cocinas, los establos, ve a la gente que lo ha criado y tiene ganas de sentarse en el suelo y llorar. Tampoco logra, lineal ni unilateralmente, dar nombre a su cachorro; todos sus hermanos y hermanas ya les han encontrado nombre a los suyos mientras él prueba miles de posibilidades y no se decide. Es como si el lobo fuera sumando nombres y con ellos cargándose de poderes y de simbolismos. Por fin recibirá el nombre de “Verano”, en medio del lema de su casa que es “El invierno se acerca”, Bran permanecerá, en el cuerpo de su lobo, en el “verano”, en el calor, en la tibieza, en el “lugar” donde nació. La descripción que el narrador focalizado en Bran hace de Invernalia incluye todos los elementos del no-camino de la heroína que planteábamos en el inicio e incluso explicita que su posición heroica es opuesta a la de su hermano, Robb, héroe masculino típico:
Para un niño, Invernalia era un laberinto de piedra gris formado por murallas, torres, patios y túneles que se extendían en todas direcciones. En las zonas mas antiguas del castillo las salas estaban inclinadas y a diferentes niveles, así que uno nunca sabia a ciencia cierta en que piso estaba. El maestre Luwin le había contado hacia tiempo que la edificación había ido creciendo a lo largo de los siglos como un monstruoso árbol de piedra, con ramas gruesas, nudosas y retorcidas, y raíces profundamente hundidas en la tierra.
Cuando salía a los tejados, cerca del cielo, Bran abarcaba toda Invernalia de un vistazo. Le gustaba como se veía desde allí, como se extendía a sus pies, disfrutaba cuando sobre su cabeza solo se encontraban los pájaros y toda la vida del castillo se desarrollaba abajo. Podía pasarse horas enteras entre las gárgolas informes, desgastadas por la lluvia, que desde su lugar en el Primer Torreón lo vigilaban todo: a los hombres que trabajaban la madera y el acero en el patio, a los cocineros que se ocupaban de las verduras en el invernadero, a los perros inquietos que correteaban por las perreras, el silencio del bosque de dioses, a las jovencitas que chismorreaban junto al pozo donde lavaban los platos… Aquello lo hacia sentir como si fuera el señor del castillo, en un sentido que jamás compartiría el propio Robb. (P. 82)


Estas capacidades de Bran lo llevan a un tipo de sabiduría que incluye el conocimiento de todos los secretos de Invernalia (si lo público es lugar de lo masculino, lo privado, lo recóndito siempre lo ha sido de lo femenino) y que supera a lo que sabía el maestre del castillo:
Así había aprendido también los secretos de Invernalia. Los constructores no se habían molestado en nivelar el terreno. Tras los muros había colinas y valles. Había también un puente cubierto que iba del cuarto piso del campanario al segundo de la torre donde se criaban los cuervos. Bran lo sabía. También sabía que era posible penetrar en el muro interior por la puerta sur, subir tres pisos y circundar toda Invernalia por un angosto túnel en la piedra, para después salir al nivel del suelo por la puerta norte, donde una pared de cien metros se alzaba a la espalda. El chico estaba seguro de que ni siquiera el maestre Luwin sabía aquello. (P. 83)
Este conocimiento no es masculinamente racional ni unicentrado en la mirada o la inteligencia visual sino que abarca todos los registros sensoriales e incorpora el dolor como forma del placer:
Además, casi siempre pasaba desapercibido. La gente nunca miraba hacia arriba. Esa era otra de las cosas que le gustaban de trepar: se sentía casi invisible.
También le gustaba la sensación de auparse por una pared, piedra tras piedra, buscando las grietas entre ellas con los dedos de las manos y los pies. Siempre se quitaba las botas e iba descalzo cuando trepaba. Se sentía como si tuviera cuatro manos en vez de dos. Disfrutaba con aquel dolor profundo y dulce que le invadía después los músculos. Le gustaba el sabor que tenia el aire en la cima, dulce y fresco como un melocotón de invierno. Le gustaban también los pájaros: los cuervos de la torre rota, los diminutos gorriones que anidaban en las grietas entre las piedras, el viejo búho que dormitaba en el desván polvoriento sobre la armería… Bran los conocía a todos. (P. 84)

Incluso su padre, tras vanos intentos de prohibirle trepar a los muros, se resigna a la corporeidad otra de su hijo negándole su ascendencia humana-masculina a cambio de una identidad animal:
Su padre se enfado, pero no pudo contener una carcajada.
-No eres hijo mío -dijo a Bran cuando consiguieron bajarlo-. Eres una ardilla. Pues bien, así sea. Si quieres trepar, trepa, pero que no te vea tu madre. (P. 83)
Finalmente, y para no adelantar más del contenido de la saga, e incluso porque ninguno de sus lectores sabemos el desenlace de estos personajes ya que no ha sido aún escrito, podemos decir que todo lo que le pasa a Bran (cae de la torre, queda paralítico, sufre un segundo intento de asesinato y es salvado por su madre y su lobo) se debe a que sabe algo que ni él mismo recuerda, a que conoce algo que ha quedado dentro de su mente y cuya significación es ajena al niño caído pero pasará a engrosar las posibilidades heroicas de Bran cuando, modificando su cuerpo en relación con el lobo, la manada animal y la humana que se irá congregando alrededor suyo, cubra el máximo de su territorio más allá del muro pero, creo, supongo, hipotetizo, siempre centrado en Invernalia y su Verano complementario.


Bibliografía

Bodoc, Liliana. Los días del venado. 2000. Buenos Aires. Norma. 

Bodoc, Liliana. Los días de la Sombra. 2002. Buenos Aires. Norma.

Bodoc, Lilana. Los días del fuego. 2004. Buenos Aires. Norma. 

Campbell, Joseph (1972). El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. México, Fondo de Cultura Económica.

Laddaga, Reinaldo. “Una rápida perspectiva sobre La inconstancia del alma salvaje”. En Revista Las ranas nº1 (2005) http://revistalasranas.com.ar//wp-content/uploads/la_inconstancia_del_alma_salvaje-reinaldo_laddaga.pdf (Consulta en línea 26-julio-2014)

Ludmer, Josefina. “Las tretas del débil”. 1985. La sartén por el mango. Ediciones El Huracán. Puerto Rico.

Martin George. Canción de hielo y fuego I. Juego de tronos. 2011. Buenos Aires. Plaza y Janés.

Pínkola Estés, Clarisa. Mujeres que corren con los lobos. Barcelona. Zeta Bolsillo. 2009.

Viveiros de Castro, Eduardo. La mirada del jaguar. Introducción al perspectivismo amerindio. 2014. Buenos Aires. Tinta Limón.

sábado, 16 de agosto de 2014

Venite al Friki y traé la moneda

CF colombiana

Ciencia ficción colombiana: Una charla con Antonio Mora Velez


Publicado el 19. Feb, 2002


Mas de treinta años tras hombrecitos verdes



Una "charla" con Antonio Mora Velez

por Campo Ricardo Burgos López

Antonio Mora Vélez es –junto a René Rebetez- uno de los dos "papás" de la ciencia ficción en Colombia. Durante más de treinta años, Antonio se ha dedicado con un tesón encomiable a difundir en su país natal este género de los hombrecitos verdes con antenitas o las maquinitas del tiempo. Hoy en día, en su haber encontramos libros de cuentos, poemarios de ciencia ficción y ensayos.
Aquí transcribimos una conversación (via e-mail) que mantuvimos con él.


Si alguna vez se me pidiera definir a Antonio Mora Vélez en una sola palabra, la palabra que se me ocurriría emplear es la de "Valentía", por que en Colombia, un país al que en general la ciencia ficción y la literatura fantástica le importan una higa, hay que ser extraordinariamente valiente para sostenerse durante más de tres décadas andando, prácticamente solo, por semejante senda (alguna vez, refiriéndose a Mora Vélez, cierto escritor colombiano aludió a su terquedad, pero en este caso la terquedad también es un elogio). Nacido en 1942 y a punto de alcanzar sesenta años, Antonio Mora Vélez es –junto a René Rebetez- uno de los dos "papás" de la ciencia ficción en Colombia. Durante más de treinta años (si tenemos en cuenta que sus primeros relatos aparecen en periódicos de comienzos de los setenta), Antonio se ha dedicado con un tesón encomiable a difundir en su país natal este género de los hombrecitos verdes con antenitas o las maquinitas del tiempo. Hoy en día, en su haber encontramos libros de cuentos como Glitza, El Juicio de los Dioses o Lorna es una mujer, poemarios de ciencia ficción (variedad más bien escasa en el género) como Los Caminantes del Cielo y El Fuego de los Dioses, y ensayos como Ciencia Ficción: El Humanismo de Hoy. Pese a que en la actualidad el nombre de Antonio Mora Vélez aparece profusamente en gran variedad de historias de la literatura colombiana, antologías diversas y aún en enciclopedias mundiales de la ciencia ficción, lo cierto es que para el colombiano de a pie este barranquillero continúa siendo un desconocido. Seguramente sin que él mismo lo deseara, Antonio ha terminado constituyéndose en un autor "subterráneo" y "de culto" ("subterráneo" por que para nada podría encuadrárselo en la corriente principal de la literatura colombiana o latinoamericana, "de culto" por que sus seguidores –también sin desearlo y aun cuando a veces no comulguemos con algunos textos suyos- nos sentimos como unos "iniciados") . En fin. El hecho es que con suma amabilidad, Antonio acogió la entrevista que, vía e-mail, le solicitamos en nombre de Quinta Dimensión, y he aquí el resultado.

VIDA Y OBRA

QD. Antonio, háblenos un poco de su infancia y adolescencia ¿Fue allí que empezó a sentirse atraído por la ciencia ficción? ¿Cuáles fueron esas primeras lecturas?

AMV. Nací en Barranquilla el 14 de julio de 1942, pero a los pocos meses mi madre se trasladó a vivir a Cartagena, ciudad en la cual permanecí hasta la edad de 14 años. En 1956 mis padres se trasladaron a la ciudad de Montería, en donde terminé la secundaria y transcurrió mi adolescencia. En esta ciudad un profesor de apellido Rengifo, conocedor de mis aficiones por el cine y la literatura fantástica y los astros (los miraba desde un telescopio del colegio) me recomendó leer El Ramayana, ya que en ese libro había alusiones a seres fantásticos, que parecían extraterrestres. Por esa época vi también varios filmes fantásticos y de CF, entre los cuales recuerdo Forbidden planet , Frankenstein y El Monstruo de la laguna negra y leí las obras de Julio Verne (20.000 leguas de viaje submarino), de H.G. Wells (La máquina del tiempo y El hombre invisible) y muchos comics de Flash Gordon, Tarzán, (ciudades y civilizaciones perdidas) y Buck Rogers. En Cartagena, ciudad a la que regresé en 1966 para estudiar la carrera de Derecho, vi filmes como Viaje fantástico, Un millón de años A.C. y 2001 Odisea del espacio. Y leí varios libros de cuentos y novelas de CF rusa (Café molecular, Viaje por tres mundos, Cataclismo en Iris, La nebulosa de Andrómeda y Qué difícil es ser Dios, entre los que recuerdo), las Crónicas marcianas y Fahrenheit 451 de Bradbury, y las antologías y selecciones de Bruguera en las que conocí a los autores de la llamada edad de oro de la CF. Por esa época me desempeñaba como docente de filosofía en un colegio de secundaria de Cartagena y las lecturas, tanto filosóficas como científicas que hacía para preparar mis clases, más las de CF, me fueron abriendo las posibilidades y el panorama hacia la CF.

QD. ¿Cómo y dónde publicó su primer relato? ¿Qué circunstancias lo rodearon?

AMV. Mi primer relato titulado "El día en que los asnos acusaron a los hombres" fue publicado en un suplemento literario de Cartagena en 1969. Fue escrito para ridiculizar a un estudiante de mi curso y no aparece en ninguno de mis libros. El director del suplemento me dijo que tenía algunas fallas pero lo publicó para estimularme a que siguiera por ese camino ya que en Colombia casi nadie se ocupaba de ese género. Después envié al Magazín Dominical del diario El Espectador de Bogotá el cuento "La Gota" y su director lo publicó con una nota elogiosa, saludando la aparición de un nuevo escritor en un género casi desconocido en Colombia. Eso fue en agosto de 1970 y a "La Gota" le siguieron "El hijo de las estrellas", "Vuelo Fantástico", "La dictadura Hal", "Los otros", "Glitza", "La conquista de Terón" y "El hombre de lata" en el lapso de año y medio, lo que determinó al crítico Carlos J. María a escribir un artículo titulado "Un grupo se apodera del Magazín".

QD. En 1979 usted publica Glitza, que fue el primer libro de relatos que en la historia de la literatura colombiana se dedica por entero a la ciencia ficción (antes ya se habían publicado libros de cuentos de René Rebetez o Germán Espinosa, pero ellos mezclaban relatos de ciencia ficción junto a otros géneros). Háblenos un poco de esos 12 cuentos.

AMV. El libro Glitza recoge los cuentos publicados en El Espectador los años 70 y 71, excepto "El hombre de lata", que lo excluí no sé porqué, más otros como "El sueño de Kirot" que fue mencionado en un concurso y "Diez de plata". Fue mi lanzamiento como escritor del género en Colombia y por ese motivo tuvo una buena acogida de críticos y comentaristas como Jaime Mejía Duque, Isaías Peña Gutierrez, Jaime Sanín Echeverry, Néstor Madrid Malo, Germán Vargas y Carlos J. María, entre otros.

"Glitza"

fue ganador de un concurso nacional de cuento y tiene como tema la persistencia del amor no obstante los efectos de la teoría de la relatividad en los viajes al espacio. "Los otros" es un cuento sobre el encuentro con alienígenas que propone algo diferente, que tales seres resulten iguales a nosotros. "Vuelo fantástico" juega con la tesis de la transformación del electrón y el positrón en quantos de luz, extrapolada al macrocosmos. "La gota" especula con la posible procedencia extraterrestre de una gota (nave) encontrada en una hoja del jardín de un laboratorio y la naturaleza pacífica y amigable de sus navegantes. "El hijo de las estrelllas" es Ben Koseba, un esotérico personaje de los manuscritos del mar Muerto, contemporáneo de Jesús, visto desde el punto de vista de la CF. "603286" es un cuento de humor negro con el tema de la lotería y las facultades de pre-percepción de quien acierta sus números ganadores. "La conquista de Terón" es un cuento que imagina el nivel de la precocidad infantil en el futuro. "Audiencia en la quinta dimensión" trata de un juicio criminal en esa dimensión y de las implicaciones en el mismo de un habitante de la nuestra.
QD. ¿Qué opina de quienes hemos visto en Glitza una excesiva influencia de la ciencia ficción soviética bajo la época estalinista? ¿Por qué todo el libro está permeado por esa sobredosis de bondad, optimismo y ambientes celestiales? ( Y con ello no pretendo olvidar que en ese libro hay cuentos de un magnífico humor negro como "Diez de Plata").

AMV. En lo de "sobredosis de optimismo" puede que tenga razón, aunque en parte, porque no todos los ambientes de esos cuentos son celestiales ni todos los personajes son bondadosos. Por ejemplo en "El sueño de Kirot" al personaje le toca enfrentar la incomprensión y la tozudez de los hombres. "Diez de plata" es un cuento nada optimista respecto del futuro, en él, el aire se ha convertido en artículo comercial; "La dictadura Hal" propone un futuro terrible en el que las máquinas gobiernan a los hombres. Respecto de la influencia, debo aclararle que por esos años de mis primeros cuentos de CF ya el "estalinismo" era historia en la URSS. Y que la CF soviética que yo leí por esos años no era sumisa frente a la "Nomenklatura". A Iván Efremov, por ejemplo, se le criticó en los círculos oficiales soviéticos porque en su novela La Nebulosa de Andrómeda, que se desarrolla en una época muy futura, la sociedad ha olvidado los nombres y doctrinas de Marx, Lenin y Jruschov, y en cambio recuerda a los dioses griegos que simbolizan la justicia, el amor y la belleza, que son valores imperecederos. Qué difícil es ser Dios de los Hermanos Strugatsky fue considerada como una crítica al sistema cerrado y casi medieval del partido único y el Estado absolutista imperantes entonces en la extinta URSS. El optimismo de mis cuentos tiene su causa en el humanismo, tanto de los escritores de CF anglosajones como de los soviéticos, humanismo que ya en esa época se discutía como alternativa frente a la CF dura que maneja personajes que carecen de profundidad humana. Un humanismo que, como reclamaba Carlo Frabetti, el prologuista de las selecciones Bruguera, sea crítico frente a "las estructuras opresivas que convierten al hombre en un esclavo de un progreso que debería estar a su servicio".

QD. En 1982 se publica El Juicio de los Dioses. Háblenos un poco de los 8 cuentos que conforman ese texto.

AMV. Dos de los cuentos de ese libro llevan la intención de darle a la historia una interpretación diferente, fantástica, de CF ("La duda de un ángel" y "El juicio de los dioses") línea iniciada en el libro Glitza con el cuento "El hijo de las estrellas" y que continúo en el tercer libro y en los poemas míticos y apocalípticos. Otros manejan el humor como "El ser del seseo" y "El oasis de Palas". Y hay un cuento que me parece una joya en la línea distópica: "Error de apreciación", que supone la extinción de la civilización industrial y que fue ganador de un concurso nacional de cuento breve en el cual participaron casi setecientos cuentos y que ha sido antologado y publicado en el exterior varias veces.

QD. La misma pregunta que ya hice acerca de Glitza. ¿Qué opina de quienes hemos visto en El Juicio de los Dioses su libro más débil?

AMV. No creo que sea el más débil, aunque hay dos o tres cuentos que hoy no incluiría en una selección. Es un cambio de frente porque dejo a un lado el tema de los viajes espaciales y le bajo nivel al tono científico y empiezo a darle más juego a la trama humana de los personajes. Dos de esos cuentos "La duda de un ángel" y "Error de apreciación" han sido estimados como de los mejores cuentos que he escrito y por lo menos cinco de esos ocho cuentos yo los incluiría en una antología personal. Pienso que es un libro diferente al anterior pero no sé si inferior. En él se nota la influencia de las selecciones Bruguera que, como usted recuerda, eran temáticas: CF y humor, CF y alienígenas, bestiario de CF, CF y mitologías, CF y anticipación, CF y fantasía, etc.

QD. Y llegamos a 1986. Háblenos de Lorna es una Mujer.

AMV. Lorna es una mujer recibió una buena crítica. Fabio Jurado dijo que con él la CF colombiana alcanzaba un nivel de competencia encomiable. Y Jaime Mejía Duque dijo en el prólogo que tales cuentos merecían la difusión internacional. Es, pienso, mi mejor libro de cuentos y no por los comentarios sino porque lo creo mejor escrito y con menos desniveles. Si acaso excluiría dos cuentos de los nueve en mi antología personal pero no por razones literarias. Dos de sus cuentos están en la línea "distópica" o negra:" A imagen y semejanza", que es la historia de dos robots a la deriva por el cosmos recordando el pasado de La Tierra; "Los ejecutores", cuento que maneja el argumento de la corrección del tiempo. Tres en la línea crítico-histórica, de los cuales "Atlán y Erva", la primera pareja pero en la perspectiva de la CF, es mi preferido. Tres manejan el conflicto ciencia y desarrollo humano, que es uno de los más importantes de la CF. "La piedra de cuasioro", cuenta el descubrimiento de un cadete de una nave de recolección de escombros espaciales que pone en suspenso a todos los hombres de La Tierra. "Un largo sueño", historia de terror en el cosmos, y el que le da el título al libro, que es un poema de amor. Otro, "Encuentro inesperado" continúa la temática del encuentro de dos civilizaciones, pero con el ingrediente del humor. Es un libro de CF más literaria, más en la línea de la CF latinoamericana.

QD. Antonio, yo he sostenido que en su obra se encuentran en contienda dos tendencias. Por un lado un Mora Vélez que crea demasiadas "Disneylandias", y por otro, un Mora Vélez (que es el que a mí me gusta y que considero convincente) de línea negra, antiutópico, contramoderno y corrosivo ¿Cuál es su opinión al respecto?

AMV. El término "Disneylandia" me parece agresivo e injusto, no solo conmigo, sino con los muchos escritores que escriben ese tipo de CF. Si la CF es un género de libertad, ésta debe ser no sólo formal sino temática. Uno de los cuentos más hermosos que yo he leído de CF es de Ray Bradbury, se titula "El Cohete". Es un cuento, que, en su concepción, sería del tipo que usted califica de "Disney" pero que tiene una enseñanza en valores importante, y yo creo que la literatura debe contribuir a cimentar los valores humanos positivos en la juventud que lee. "La nebulosa de Andrómeda", una de las mejores novelas de la CF rusa y universal, también porque plantea un futuro en el cual el hombre trabaja por amor y no por necesidad. Yo creo que si el futuro es uno de los temas de la CF, éste debe ser abordado en todas sus formas. Además ¿ No cree usted que es suficiente con el horror de la vida contemporánea como para que la literatura de CF le muestre al hombre un futuro igual de sombrío, en lugar de un futuro mejor? ¿No surgió la CF, según Scholes y Rabkin, justamente el día en que al hombre se le hizo evidente que podía existir un futuro diferente? Yo me resisto a encasillarme en una de las dos grandes líneas de la CF y por eso escribo cuentos y poemas en ambas: en la utópica y en la distópica o antiutópica, como la llama usted.

QD. A partir de 1999, usted empieza a publicar lo que denomina "poemas de ciencia ficción", así aparecen los poemarios Los Caminantes del Cielo y luego, en el 2001, El fuego de los dioses. ¿Por qué ese tránsito? ¿Por qué ir desde una literatura que en Colombia es completamente subterránea (la narrativa de ciencia ficción) a otra literatura (la poesía de ciencia ficción) que en nuestro país (y en otros lados) es "el subterráneo del subterráneo" ?

AMV. Alguna vez la escritora cubana de CF Daína Chaviano me solicitó que le buscara poemas de CF en Colombia para hacer una antología latinoamericana y la búsqueda fue infructuosa. Desde entonces comencé a pensar en escribirlos yo, pero la fórmula la encontré leyendo algunas obras de divulgación científica escritas por científicos buenos escritores que recurren a palabras poéticas para explicar sus temas. Por ejemplo, decir "malla espumosa" para hablar del espacio. O "charm" (encanto) para calificar a uno de los quarks. Descubrí que algunas palabras científicas tienen una connotación poética. Y descubrí también que es más difícil, aunque más gratificante desde el punto de vista intelectual, escribir poesía de CF que "de la otra" porque los temas deben ser previamente investigados y las palabras rigurosamente escogidas para que tengan la doble connotación: poética y científica.

A la segunda parte de su pregunta le respondo que escribo lo que me gusta, me nace, y sé escribir sin pensar en la fama ni en el dinero.

QD. Alguna vez usted me contó que tenía un par de novelas guardadas en algún cajón del escritorio ¿Qué ocurrió con ellas?

AMV. Tengo dos novelas realistas publicables (La razón del fuego, que fue finalista con otro título en el concurso Plaza y Janés, y A la hora de las golondrinas) y un par de novelas de CF frustradas, que no he podido retomar por falta de tiempo. Lamentablemente, amigo Campo, no soy un escritor profesional, debo trabajar para sostener mi hogar y ayudar a mis hijos. Tengo también un libro inédito de cuentos de CF titulado La duda de un ángel y otro de literatura fantástica titulado El enigma de los monjes.

QD. ¿En qué se encuentra trabajando en este momento? ¿Tiene algún proyecto particular hacia el futuro?

AMV. Trabajo en lo que puede ser mi tercer poemario fantástico y de CF. Incluyo en él una línea vislumbrada en los dos poemarios anteriores, la esotérica, que yo enlazo con la CF para diferenciarla de su variante místico religiosa.

QD. Por último, y para cerrar esta parte ¿Qué es lo más extraño que alguna vez le hayan dicho o haya oído acerca de sus libros?

AMV. Alguien me preguntó alguna vez si yo usaba sustancias alucinógenas para inspirarme. Otro, que si yo estaba seguro de ser yo y no un extraterrestre metido en mi cuerpo.



CIENCIA FICCION EN COLOMBIA Y LATINOAMERICA

QD. En 1997, junto a René Rebetez y William Ospina, usted fue jurado del único concurso de cuentos de ciencia ficción que se ha hecho en toda la historia de Colombia (Paradójicamente se llamaba "Primer Concurso de Cuento de Ciencia Ficción", y los aficionados al género nos quedamos esperando un "Segundo Concurso" que no llegó y que dudo que llegue). Cuéntenos acerca de esa experiencia.

AMV. Para mí fue una experiencia fascinante porque descubrí que en Colombia hay muchos y buenos escritores de CF que aún permanecen inéditos por falta de editores que crean en el talento colombiano. Si existieran posibilidades de publicación muchos de esos narradores estarían figurando en las librerías colombianas y del exterior, y con comentarios favorables, pero acá es bien difícil editar porque existe el prejuicio de que en Colombia la gente no lee y menos CF y porque se cree que nosotros no tenemos el nivel de la CF internacional.

QD. Como efecto del citado concurso, en 1998 se editó el libro Cuentos de Ciencia Ficción que compendiaba tres de los cuentos finalistas, más tres cuentos que merecieron mención ¿Cuál es su opinión sobre ese libro?

AMV. Es un buen libro, bien escrito y con temas que son parte de las inquietudes de siempre del género. "La máquina de las artes combinatorias", cuento de Marco T. Aguilera Garramuño que ocupó el segundo lugar, trata de la destrucción de La Tierra por la contaminación, vista desde el taller del autor de la máquina, un ser fantástico que juega con el azar para darle sentido a las cosas del cosmos. "El pintor de milagros" de Mario Alberto Price, el cuento ganador, utiliza para explicar una alucinante experiencia pictórica y amorosa la tesis científica de la comunicación de las diferentes dimensiones a través de "los pasadizos que atraviesan la estructura del espacio-tiempo". Son dos de los seis cuentos del libro y en mi opinión, una excelente muestra que resiste el análisis crítico más exigente.

QD. En el año 2000, de manera póstuma (por que su compilador, René Rebetez, murió en Diciembre de 1999) se publica Contemporáneos del Porvenir, hasta ahora la única antología que se ha hecho sobre relatos de ciencia ficción colombianos. A muchos, ese texto les pareció divertidísimo; a otros, en cambio, muy desigual ¿Qué opinión le merece ese libro?

AMV. Es un libro hecho por el buen amigo René Rebetez (q.e.p.d.) desde su perspectiva de comprensión de la CF, algo más permisible que la mía. En él incluyó algunos cuentos que, en mi opinión, nada tienen que ver con el género. Rebetez tomó como base de esa antología los cuentos que a él le gustaron del concurso en el que fuimos jurados y otros de amigos suyos, estos últimos con el argumento de que, por tratarse de escritores conocidos de la corriente principal, le elevarían el nivel al libro con su figuración.. Muchos cuentos del concurso que, en mi opinión, debieron figurar, no aparecen allí, porque a René no le gustaron. Y figuran varios que, en mi opinión, no tienen nada que hacer en una antología del género.

QD. En Colombia la ciencia ficción (y en general la literatura fantástica) no le importa a nadie (salvo algunos Quijotes como usted). Se tiene la impresión de que a la ciencia ficción colombiana nadie la conoce por que nadie la edita, pero nadie la edita por que nadie la conoce ¿Cómo romper ese círculo vicioso? Es más -como me sugería alguien hace poco- ¿Vale la pena romper ese círculo vicioso?

AMV. Lo primero es consecuencia de la creencia de que la CF es un género menor, de literatura de bolsillo para entretener, como las novelitas de vaqueros de Estefanía, y porque no se tiene confianza en la calidad de los escritores colombianos del género. En cuanto al círculo vicioso, creo que se rompe escribiendo y publicando ediciones impresas de autor o patrocinadas por instituciones culturales, o en revistas electrónicas del mundo y participando en concursos y en eventos literarios. Y sí creo que vale la pena porque Colombia es un país que no sueña y un país que no sueña está condenado a vivir este presente de miedo que vivimos. Y la CF es un género ideal para estimular el sueño y la imaginación respecto del futuro humano, y es el único que lo puede hacer.

QD. ¿Qué ha leído de autores latinoamericanos de ciencia ficción? ¿Cómo le parecen?

AMV. Poco. He leído la antología de Bernard Goorden y algunos libros de los argentinos Angélica Gorodischer y Eduardo Carletti, y de los cubanos Chely Lima, Alberto Serret y Angel Arango. Y cuentos sueltos de otros autores que no enumero para evitar algunas omisiones. A la que más he leído es a Daína Chaviano, cubana residenciada en Miami. De ella conozco Amoroso Planeta (cuentos) Historia de hadas para adultos (noveletas) y Fábulas de una abuela extraterrestre (novela). Su obra me gusta, es interesante porque incluye en sus textos de CF, relatos míticos de las culturas precolombinas y universales. Y porque es crítica del entorno, incluso del cubano, durante el tiempo que vivió en su país. Sobre ella escribí un ensayo y recientemente un artículo comentando su novela realista La hembra, el hombre y el hambre. También he leído otros relatos de autores que publican en "Quintadimensiòn" y "Axxon" pero pocos porque no puedo mantener la vista mucho tiempo en la pantalla. En general creo que la CF latinoamericana es más literaria, menos ajustada al rigor científico, más fantasiosa, en la línea de la llamada CF "suave" o "blanda", lo que es apenas explicable en sociedades como las nuestras que han dado origen al realismo mágico y a lo real maravilloso.



CIENCIA FICCION EN GENERAL

QD. Antonio, háblenos un poco de sus libros favoritos de ciencia ficción y díganos por qué razón son sus favoritos.

AMV. La máquina del tiempo de Wells y 20.000 leguas de viaje submarino de Verne, porque me abrieron los ojos a ese mundo maravilloso de la fantaciencia. Cántico a San Leibowitz de Walter M. Miller Jr. por ese optimismo que hace que una civilización post atómica retome las migajas que quedan de la ciencia antigua para empezar de nuevo. La nebulosa de Andrómeda de Iván Efremov, por su contagioso optimismo sobre el futuro moral del hombre. El fin de la eternidad de Isaac Asimov, porque sin ser la mejor obra de este autor, narra la historia de una rebeldía inspirada por el amor, que conduce al "fin de la eternidad", esto es, al fin del dominio extratemporal de los "eternos" y a la manipulación por parte de éstos del porvenir humano. Y Fahrenheit 451 de Bradbury porque nos pone a pensar en ese futuro totalitario que le espera a la humanidad si el hombre no lo evita con la fuerza del humanismo. Sobre esta obra escribí un ensayo titulado "Fahrenheit 451: la novela de la libertad". En materia de cuentos, mi favorito es "La última pregunta" también de Asimov, que es el intento más fantástico de explicar racionalmente a Dios que yo conozca y sobre el cual escribí un ensayo que titulé "La entropía y el hombre".



QD. La misma pregunta anterior pero para el cine ¿Cuáles son sus películas favoritas del género? ¿Por qué?

AMV. La saga del Planeta de los simios basada en la novela de Pierre Boulle, porque nos muestra el origen terrenal de las religiones y a lo que puede conducir la ciencia cuando se desliga de la ética; Viaje fantástico, filme cuyo guión lo escribió Asimov, por la gran imaginación del autor y el estímulo a la ciencia en la búsqueda de soluciones para vencer las enfermedades. La guerra de las galaxias, por los efectos especiales y por el cuento de "La fuerza", que evoca la tesis de que nuestro cerebro es apenas utilizado por los seres humanos en un 10% de su capacidad. 2.001 Odisea del Espacio, basada en la obra de Arthur C. Clarke, porque previene sobre los imponderables de la conquista del espacio y al mismo tiempo porque sostiene la tesis de que no estamos solos en el cosmos. Y Contacto (basada en la obra homónima de Carl Sagan) porque nos enseña que entre el hecho científico que no puede ser demostrado y la religión, hay un punto de contacto: la fe. Aparte de que convence que no es imposible, incluso con los recursos científicos y tecnológicos actuales, llegar a conocer el pensamiento de otros mundos.



QD. A alguien que como usted lleva tantos años trajinando el género, se le puede hacer esta pregunta ¿Qué recomendaciones le haría a los pichones de escritor? ¿Qué debe hacer y qué no debe hacer alguien que apenas se está iniciando en este asunto?

AMV. Leer ciencia ficción, especialmente la escrita por los clásicos y por los buenos autores de los últimos años como Michael Marshall Smith y Orson Scott Card pero con el criterio de aprender cómo lo hacen, tratando de descubrir sus recursos, sus técnicas; leer divulgación científica según el tema para sostener científicamente la obra, y autores importantes de la corriente principal para aprender a escribir bien. Lo otro es escribir, porque a escribir se aprende escribiendo, y participar en concursos, en grupos de amigos de la CF, editar revistas para popularizar el género. Si hay talento e imaginación, éstos se encargan del resto.



EPILOGO

QD. Un ejercicio que me gusta proponer. En 1985, como epílogo a su libro Los Conjurados, Borges -con su proverbial sentido del humor- inserta una nota donde una enciclopedia del futuro habla de quién fue Jorge Luis Borges (esa nota, dice por ejemplo, que "El renombre de que Borges gozó durante su vida... no deja de asombrarnos ahora" y que Borges siempre "temió que lo declararan un impostor o un chapucero"). Imaginemos que una enciclopedia del siglo XXII está hablando de quién fue Antonio Mora Vélez ¿Cómo cree que lo recordará? ¿Qué cree que dirá de usted?

AMV. Enciclopedia Universal de la Literatura. Tomo 8. Página 987. "Glitza", relato del siglo XX escrito en español antiguo y encontrado en la "caja de seguridad" de una joven bióloga colombiana de apellido Pérez. No se ha establecido la existencia histórica de Antonio Mora Vélez, su presunto autor. Se cree que es el nombre del novio, un astronauta, quien le envió el cuento días antes de su último viaje al espacio, con una nota que decía: "Viajo a Marte pensando en ti y en Glitza. Con todo mi amor…" y una firma ilegible. Otros investigadores sostienen que el cuento fue escrito por uno de los heterónimos de Fernando Pessoa, un poeta lusitano nacido a finales del siglo XIX.



Bogotá y Sincelejo, Febrero de 2002



Tomado de http://www.quintadimension.com/node/190